Predicaciones de los solemnes cultos en honor a Ntra. Sra. del Rosario, celebrados del 7 al 11 de octubre de 2015 y predicados por Fr. Angel Luis Fariña Pérez, Dominico.
Viernes
9 de octubre:
“LA VIRGEN MARÍA JUNTO A
LA CRUZ DEL SEÑOR”.
Beato Ángelico - Cruxificción Convento de San Marcos, Florencia. |
Misterios de Dolor
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 19, 25-27.
“En aquel tiempo, junto a
la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás,
y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto
quería, dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu
hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu
madre.
Y desde aquella hora el
discípulo la recibió en su casa. "
Seguimos
desgranando las cuentas del Rosario. Y para ello, el Evangelio que hemos
proclamado hoy nos remite a los misterios dolorosos. Estos misterios nos
presentan e invitan a meditar sobre el
dolor, la enfermedad, la separación… aspectos nada tolerados en nuestra vida. Y
es que meditar estos misterios del rosario ante la cruz puede que nos haga
percibir una fuerza misteriosa de unión que relata el evangelista Juan: cuando sea levantado en alto atraeré a todos
hacia mí (Jn 12,32).
Meditar
el momento de Getsemaní nos remite a miedo, tristeza en el alma hasta la
muerte. El querer que se aparte el cáliz es señal de necesidad de compañía.
Mientras otros duermen, Jesús acepta el pecado del ser humano; acepta que él es
el que tiene que redimir. Pero no redime por morir ni por sufrir más o menos.
Los misterios dolorosos nos tienen que llevar a contemplar que Jesucristo, en
la oración del huerto, acepta redimir el pecado de toda la humanidad,
haciéndolo suyo.
Y
es que los misterios dolorosos tienen que hacer que fijemos nuestra mirada en
el árbol de la cruz. Meditar sobre el flagelo, las espinas y cargar con el
madero, nos tienen que adentrar en una meditación contemplativa sobre la cruz.
Porque en ella, en la cruz, Jesucristo lanzó el grito de perdón más grande
ocurrido en la historia. Tal vez no seríamos capaces de soportar el relato de
la pasión de Cristo, de no comenzar por el perdón. Antes siquiera de haber
pecado, somos perdonados. No tenemos que ganárnoslo. Ni siquiera tenemos que
decir “lo siento”. El perdón está ahí, esperándonos.
Meditar
los misterios dolorosos nos tiene que hacer ver que un Dios crucificado
constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las
ideas que los seres humanos nos hacemos de la divinidad. Porque contemplar la
cruz, meditar sobre la cruz, nos muestra que este Dios crucificado no permite
una fe frívola, egoísta y centrada en nuestros caprichos estéticos. Este Dios
nos pone mirando hacia el sufrimiento y el abandono de tantas víctimas de la
injusticia y de las desgracias.
Esa
cruz que contemplamos en los misterios dolorosos nos recuerda que Dios sufre
con nosotros. Porque a Dios le duele que un niño yazca muerto en la orilla de
una playa. A Dios le duele y sufre ¡¡mucho!!
cuando seres humanos salen de su hogar en busca de un futuro incierto. No
sabemos explicarnos la raíz última de tanto mal. Y, aunque supiéramos, no nos
serviría de mucho. Solo sabemos que Dios sufre con nosotros y, por ello, no
estamos solos.
Meditar
los misterios dolorosos nos tiene que cuestionar sobre qué significa la imagen
del Crucificado, tan presente entre nosotros, si no vemos marcados en su rostro
el sufrimiento, la soledad, la tortura y desolación de tantos hijos e hijas de
Dios. Nos tiene que llevar a preguntarnos qué sentido tienen llevar una cruz
sobre nuestro pecho si no sabemos cargar con la más pequeña cruz de tantas
personas que sufren junto a nosotros. Meditar los misterios dolorosos nos
tienen que llevar a reflexionar qué significan nuestros besos al Crucificado si
no despiertan en nosotros el cariño, la acogida y el acercamiento a quienes
viven crucificados. Mis queridos amigos, para adorar el misterio de todo un
Dios en la cruz no basta celebrar una semana mayor al año. Porque es necesario,
además, acercarnos a los crucificados semana tras semana.
Pero nuestra contemplación de Jesús en la cruz
puede llevarnos a otro dato. Y es que Jesús saca fuerzas para un último gesto,
quizá el decisivo. Porque meditar y contemplar los misterios de dolor nos tiene
que conducir a que Jesús en la cruz, hizo mucho más que preocuparse por el
futuro material de su madre, María, dejando en manos del discípulo su cuidado.
La importancia del momento, el juego de las frases bastarían para descubrirnos
que estamos ante una realidad más honda. En el discípulo está representada la
humanidad, a quien se le da una madre espiritual. Ese es el gran legado que
Jesús concede desde la cruz a la humanidad. Esa es la gran tarea, que a la hora
de la verdad, se encomienda a María: aceptar igual que lo había hecho hacía más
o menos treinta años, cuando su sí
era una entrega total en las manos de la voluntad de Dios. María recibe como
hijos de su alma a los que le arrebatan a su primogénito.
En
esta escena todos los esfuerzos de Jesús por formar una pequeña comunidad
parecen haber fracasado. Y entonces, en el momento de mayor oscuridad, vemos a
esta comunidad naciendo a los pies de la cruz. No es una comunidad cualquiera,
es nuestra comunidad. Jesús no llama a María “madre”, le dice “mujer”. Esta mujer es la madre de todos aquellos
que viven por la fe.
Propongo
que a la hora de Rezar el Rosario contemplando los misterios dolorosos se
medite la Letanía compuesta por D. Manuel Martín García:
…
Santa María de las personas solas
Santa
María del anciano sin recursos
Santa
María de las mujeres maltratadas
Santa
María de las personas sin trabajo
Santa
María de la marginación
Santa
María de la emigración
Santa
María de los refugiados
Santa
María de las pateras…
Recemos
el rosario, meditemos los misterios dolorosos y junto con María, Señora de los misterios dolor,
revivamos la muerte de Jesús poniéndonos al pie del árbol de la cruz. Que
meditando estos misterios nos incorporemos a la pasión y muerte de Jesucristo,
pero no solo de manera expectante o puramente contemplativa, sino de modo
activo, sumergiéndonos en ese mar inmenso de amor y entrega por la salvación de
toda la humanidad.
Predicación Primer Día - Misterios Gozosos
Predicación Segundo Día - Misterios Luminosos
Predicación Cuarto Día - Misterios Gloriosos
Predicación Quinto Día - El Joven Rico
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