Predicaciones de los solemnes cultos en honor a Ntra. Sra. del Rosario, celebrados del 7 al 11 de octubre de 2015 y predicados por Fr. Angel Luis Fariña Pérez, Dominico.
Miércoles 7 de octubre:
“MARÍA EN LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR”
Beato Ángelico - Anunciación Convento de San Marcos - Florencia |
Misterios de Gozo
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 1, 26-38
"A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando en su
presencia, dijo:
— «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.»
Ella se turbó ante estas
palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
— «No temas, María, porque
has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
— «¿Cómo será eso, pues no
conozco a varón?»
El ángel le contestó:
— «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo, que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente
Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses
la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
— «Aquí está la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel."
Celebramos
hoy, con toda solemnidad, la fiesta de la Virgen María en su Advocación del
Santo Rosario. Hablar del Rosario es hablar de una oración contemplativa y
sensible; hablar del Rosario es hablar de una oración intensa y gesticulante;
hablar del Rosario es hablar de una oración emocionada y afectiva. Pero hablar
del Rosario principalmente es, y desde aquí quiero enfocar la predicación de
estos cultos, es hablar, y seguramente lo habrán escuchado muchas veces, sobre el compendio de todo el Evangelio.
Sí,
mis queridos amigos, las entrañas mismas del Rosario, meditar con el rezo del
Santo Rosario es, ni más ni menos, meditar los misterios de la vida de
Jesucristo. Y es que el valor del rezo del Rosario consiste en contemplar y
fijar nuestra concentración en el misterio de la redención; en el misterio de
nuestra fe, cuyo punto de partida es el gozo
de la Encarnación que da paso a la luz
del mensaje del Reino, pasando por el dolor
en la cruz que nos lleva al punto de la gloria,
es decir, a la felicidad que trae la Resurrección. Durante estos días vamos a
intentar adentrarnos en las entrañas del Rosario; vamos a desgranar sus cuentas
y descubrir la grandeza que encierra.
Si
nos detenemos en el evangelio que hemos proclamado hoy, nos podemos percatar
que nos remite e invita a meditar los Misterios
de Gozo. Estos misterios nos llevan a contemplar un centro de la realidad:
la carne, la vida corporal, las relaciones. Sencillo y necesario; particular y
grande. Misterioso proceso de la vida, con la vocación, la concepción y el
nacimiento de un Niño.
Los
misterios de gozo nos muestran que María, sí, ella, la colmada de gracia, está ante el misterio de Dios envuelta por su
Espíritu, para que su maternidad sea estimada como lo más bello, como lo más
tierno, como lo más hermoso para toda la humanidad. Y es que contemplamos a
Dios encarnado, que es lo mismo que hablar de lo divino, aunque cubierto de
polvo, de tierra, de barro… la primera palabra que María escuchó fue ¡¡alégrate!! Y es que los misterios de
gozo nos remiten a esa compañía que Dios mismo nos hace. A ti y a mí; a todos,
sin seleccionar. Porque la encarnación de Jesucristo no es fruto del amor de
unos esposos que se quieren mutuamente. Lo que encierran estos misterios del
rosario es que nuestro Dios, ese en el que creemos, se encarna fruto de su
cariño hacia la humanidad entera. Porque el niño de Belén no es un regalo que
nos hacen María y José, se trata del regalo que nos hace Dios mismo.
Esta
contemplación gozosa nos introduce en cómo María, en una familiar visita,
proclama la predicación de su Hijo, es decir, el plan de Dios que deberá
transformar las estructuras de este mundo. María y su prima Isabel se
encuentran, pero no se trata de una simple visita. Y es que ese hecho nos
quiere trasmitir cómo Dios se muestra en nuestra historia y por medio de quién,
o de quiénes se quiere dar a conocer. Es evidente que se trata de un encuentro
conmovedor en el que dos mujeres embarazadas, conversan sobre lo que les
ocurre; sobre lo que sienten en lo más íntimo de sus entrañas. Pero no
olvidemos el dato más importante: en esta visita que meditamos en el segundo
misterio de gozo, contemplamos que se encuentran dos mujeres pero, laten, y de
qué forma, cuatro corazones.
Y
la Palabra se acurrucó en un pesebre. Rezar el Rosario y contemplar los
misterios de gozo, nos llevará a meditar cómo a María le llegó el tiempo del
parto y dio a luz a su hijo, y lo acostó en un pesebre. Esta meditación gozosa
es percatarnos de que a nuestro Dios no tenemos que buscarlo en lo admirable y
maravilloso; sino en lo ordinario, en lo cotidiano. Y es que no se nos puede
olvidar que el sitio donde nació el Niño de Belén, olía a establo. Cuando
meditemos los misterios gozosos seamos conscientes de que Dios mismo ha querido
sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e
impotencias. Meditemos que Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino
que sufre con nosotros. Que Dios no responde al porqué de tanta humillación,
sino que él mismo se humilla. Que no responde con palabras al misterio de
nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra apasionante
aventura humana. Una aventura que hará que a su madre, María, le atraviese el
alma una espada, en palabras del anciano Simeón. Porque no podemos dejar de
meditar que el niño de Belén, el Mesías, al que con el hecho de presentar en el
Templo mostraban una vida de fidelidad a Dios, será rechazado y condenado por
los sacerdotes de dicho Templo. Sí, ese Templo en el que un aparente travieso
Jesús se ‘pierde’ para contar a los doctores de la Ley y a sus padres que,
aunque sea adolescente, no pide permiso porque recibe órdenes directas de su
Padre. Ellos no comprenderán nada de lo que Jesús dice; y María, la Señora de los misterios gozosos,
solo podrá guardar todo esto en sus entrañas.
Miren,
rezar el rosario muestra un gozo que llega al mundo con el ángel, respondiendo
a un proyecto de Dios que hace que florezcan relaciones cordiales. Un proyecto
proclamado en el Magníficat que aporta lucidez ante los desórdenes sociales de
nuestro mundo y que estalla en cantos de ángeles ante aquello que ocurrió en un
establo.
Recemos
el rosario y meditemos los misterios de gozo ya que contienen las grandes
imágenes de salud que nuestro mundo necesita para los cuidados elementales de
la vida. Meditemos los misterios de gozo porque en ellos se contempla el origen
de la vida personal y el primer planteamiento radical, es decir, que la vida…
la vida viene de Dios. Que meditando los misterios de gozo resuene en nuestro
interior el hágase en mí de María, para que con ello surja en nosotros lo
simple, pero también lo absoluto.
Predicación Segundo Día - Misterios Luminosos
Predicación Tercer Día - Misterios Dolorosos
Predicación Cuarto Día - Misterios Gloriosos
Predicación Quinto Día - El Joven Rico
Predicación Segundo Día - Misterios Luminosos
Predicación Tercer Día - Misterios Dolorosos
Predicación Cuarto Día - Misterios Gloriosos
Predicación Quinto Día - El Joven Rico