Meditar y vivir los misterios del Rosario

La primera observación es que el Rosario es una oración cristocéntrica, es decir, los misterios son los misterios de Jesús. Estos misterios al estructurarse en el Rosario han de ser contemplados con los ojos de María; meditados con el corazón de María; y vivirlos con la fidelidad de María mientras vamos de camino en este mundo. María “guardaba en su corazón y rumiaba incansablemente lo que veía de Jesús”. De este modo la recitación del Rosario cumple la finalidad que quisieron sus fundadores: contemplar a Jesús apoyados en la recitación del Avemaría que nos acompaña en esta tarea.

Cada misterio del Rosario ha de centrarse en cuatro puntos: contemplación, compromiso, intercesión, alabanza-acción de gracias.

a) Contemplación sosegada del misterio que estamos recitando. Esta es la parte central del Rosario si queremos realizarlo según la voluntad de sus fundadores que quisieron que el Rosario fuera una forma eficaz de presentar el Evangelio al pueblo de Dios y pudiera meditarlo y asimilarlo en fragmentos o en dosis repartidos para facilitar esa meditación.

b) Compromiso o imitación: cada misterio ha de incitar al que los recita a imitar lo que está contemplando. Cada misterio nos alcanza en nuestra vida real que al contemplarla a luz del misterio que meditamos tiende a transformarse por la imitación de la realidad que hemos contemplado. El Evangelio es una oferta gratuita de Dios que impulsa al compromiso del seguidor de Jesús.


c) Intercesión: en cada misterio ha de abrirse nuestro espíritu a la plegaria intercesora por todo el mundo, por la Iglesia, por los demás. En este sentido debería parecerse lo más posible al esquema del Padrenuestro que el propio Jesús nos enseñó: Pedir al Padre que se realice su plan de salvación, que venga su Reino, que se realice su voluntad liberadora entre los hombres. Y luego pedimos que no nos falte el pan de cada día, es decir, todos los bienes necesarios para llevar una vida digna de los hijos de Dios y de personas humanas; pedimos perdón y pedimos que no caigamos en la tentación. Este esquema sería el ideal en esta parte intercesora del Rosario.

d) Alabanza y acción de gracias: El orante del Rosario debe abrir su corazón a la alabanza y la acción de gracias a Dios la luz del misterio recitado.

En resumen: que la contemplación de los misterios del Rosario es un programa completo de experiencia de Cristo en clave mariana. Toda nuestra vida, en sus múltiples aspectos, queda iluminada y robustecida en la recitación armoniosa de los misterios del Rosario.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P