Las Quince Promesas del Santo Rosario

Dichas por la Santísima Virgen en el siglo XV
al Beato Alain de la Roche, O.P. 

Quien me sirviere rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente rezaren mi Rosario
El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará de pecados y abatirá la herejía.
El Rosario hará germinar las virtudes y que las almas consigan copiosamente la misericordia divina: sustituirá en el corazón de los hombres el amor de Dios al amor del mundo y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!
El alma que se me encomiende por el Rosario, no perecerá.
El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada: se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracia, si es justo; y, en todo caso, será admitido en la vida eterna.
Los verdaderos devotos de mi Rosario, no morirán sin los auxilios de la Iglesia.
Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
10ª
Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11ª
Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12ª
Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13ª
He impetrado de mi Hijo que todos los cofrades del rosario, tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14ª
Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15ª
La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.